Un Lares para nuestros tiempos. (El discurso que pudo haber sido)

[El siguiente texto hubiese sido el discurso a presentarse en las actividades para conmemorar el Grito de Lares, si las efemérides no hubiesen sido privatizadas por una “organización patriótica”, con el visto bueno o la reticencia de algunas otras. Por esta razón, ninguna organización socialista participó en los actos en la tarima de Lares. Esta actitud privatizadora, que viene de años, ayuda a entender por qué la conmemoración del 2025 fue poco concurrida y escasamente representativa del movimiento independentista, a pesar de la importancia de esta fecha, en el año en que se conmemoran también los 20 años del asesinato de Filiberto Ojeda Ríos y los 40 años de los arrestos macheteros del 30 de agosto].

Celebramos esta conmemoración del Grito de Lares a la vez que conmemoramos, con rabia, dolor y tristeza, los veinte años del asesinato de Filiberto Ojeda Ríos, líder del Ejercito Popular Boricua-Macheteros. El que estas dos efemérides compartan fecha ya nos dice mucho: si los federales decidieron asesinar a Filiberto, quien comandaba una organización revolucionaria y clandestina, el mismo día en que se conmemora el Grito de Lares, es porque Lares tiene un significado particular. Más bien, porque Lares puede decirnos mucho hoy día. Lo que Lares representó en 1868 pudiera reafirmarse en el siglo XXI. Por eso, no solo por recordar a Lares, sino por la posibilidad de reactivar a Lares, es que año tras año celebramos esta gesta aquí, en la Plaza de la Revolución.

El Grito de Lares, si bien infructuoso, fue un momento en que diversos sectores de Puerto Rico demostraron formar parte de los elementos ideológicamente más adelantados del Caribe. Y, lejos de lo que se propaga, fue un acontecimiento que contó con la participación de miles de personas: se tienen registrados 650 presos políticos por estos actos, lo que da una idea de las dimensiones de esta gesta.

Pero no deja de ser cierto que, más que por su organización, es por sus principios que se admira el evento. El Comité Revolucionario que organizó al Grito de Lares, a través de sus manifiestos y sus proclamas, todos difundidos de manera clandestina en Puerto Rico, afirmaba la libertad de palabra, de culto, la libertad de asociación, pero también la abolición de la esclavitud, el fin de la libreta de jornada para el campesinado. Es difícil pensar un programa más avanzado para la época en un Puerto Rico que todavía se encontraba en pleno proceso de transición hacia una economía capitalista. El programa de Lares denunciaba activamente lo que en su momento eran los mayores atropellos en torno a la explotación económica. Había, además, una participación importante de mujeres, figuras que son símbolos políticos todavía hoy día admirados. Como independentistas, nos sentimos orgullosos, orgullosas y orgulloses de contar con un evento como este en nuestra historia, en nuestra tradición.

¿Qué fuerza tiene en la actualidad un evento que la historia oficial ha buscado minimizar, que el gobierno de Puerto Rico ha querido invisibilizar? La fuerza de que inspire en la actualidad, de que las contradicciones presentes en la sociedad reactiven en la memoria colectiva procesos de lucha revolucionaria tan avanzados como el de Lares. 

Pero no hay duda de que vivimos otra época, otro contexto. Por eso insistimos en que el Grito de Lares inspira, no para repetirse, sino para actualizarse, que es la única manera de ser fiel al espíritu colectivo y revolucionario que llevó al Grito de Lares.

Cabe preguntarse, entonces: ¿cuál sería el programa de Lares hoy día, entrado ya el primer cuarto del siglo XXI? Si en Lares se tronaba contra la tiranía y la monarquía española, no hay duda de que un Lares actual tendría que denunciar la situación política actual, la de un Puerto Rico que permanece como colonia del Imperio de los Estados Unidos, e incluso de la manera más burda, con la imposición de una Junta de Control Fiscal y en pleno proceso de remilitarización trumpista. Un Lares en el siglo XXI seguiría siendo un evento con un programa claramente a favor de la independencia de Puerto Rico, contra la presencia militar en nuestros suelos. 

Pero la independencia requiere un programa social, como lo tuvo en 1868. En eso, diferimos de algunas organizaciones compañeras, que creen que el contenido de la independencia es tema secundario. La mera independencia, insuficiente incluso en el siglo XIX, sería mera retórica en el XXI. Y en Democracia Socialista nos inspiramos, precisamente, en contenidos históricos y revolucionarios como los que tuvo Lares. Si en 1868 miles participaron del Grito, fue por la sociedad que promovía. Si queremos concretar la lucha por la independencia, esto requiere atraer a amplios sectores de la población. 

El programa de un Lares actual denunciaría, no hay duda, la política neoliberal, privatizadora, que convierte todo en mercancía para la ganancia privada, que promueve la corrupción en todos los niveles de la sociedad, política que asecha a Puerto Rico y que es impulsada equitativamente por los partidos patronales, al igual que por la Junta de Control Fiscal. Pero recordemos que Lares fue un evento, no de los sectores reformistas y progresistas – que también existían en Puerto Rico, y con los que los revolucionarios compartían ciertas coincidencias. Lares fue un evento de los elementos más adelantados de la sociedad. Y, siendo así, comoquiera obtuvo un apoyo importante de todos los sectores de la sociedad. Oponerse al neoliberalismo, al bipartidismo, a la Junta de Control Fiscal, son elementos importantes, pero todavía insuficientes para el programa social de un Lares contemporáneo.

Un evento similar hoy no solo sería crítico del capitalismo neoliberal. Si en Lares se proponía la abolición del sistema esclavista y de la libreta de jornada, no hay duda de que tendría que tronar hoy día en contra de la lógica del capital y de la lógica actual del trabajo asalariado. El capitalismo es tan poco defendible en el siglo XXI como lo era la monarquía en el XIX.

Si en Lares se denunciaba la necesidad de mayor participación política para la ciudadanía, no hay duda de que hoy, ese programa requeriría también mayor participación en la toma de decisiones, no solo políticas, sino también económicas. Se sigue viviendo una tiranía, la tiranía del capital. ¿Cómo es posible que, a estas alturas de la historia humana, la economía siga estando en manos de unos pocos, guiados estos por la ganancia privada, cuando tenemos la capacidad para satisfacer las necesidades humanas básicas? Hablamos, pues, de la exigencia de una sociedad en la que el control de la política y de la economía está en manos de la mayoría de la población, una mayoría que, en nuestra sociedad, es la clase trabajadora. A esta sociedad, guiada democráticamente, para satisfacer las necesidades básicas, para ampliar el tiempo del disfrute, para posibilitar la participación activa de todas las personas en la creación de la sociedad, históricamente se le ha dado el nombre de socialista. Un Lares en el siglo XXI sería, no hay duda, socialista. 

Por supuesto, hablamos de una clase trabajadora que celebra la diversidad. Si en Lares las mujeres tuvieron participación plena, esta sociedad del siglo XXI sería, lógicamente, feminista, antipatriarcal, pero, para ser cónsono con la época actual, tendría que ser necesariamente también transinclusiva.  

Pero incluso sabemos que lo dicho hasta ahora ya no basta. Ni se puede pretender que la revolución burguesa del siglo XIX se repita en el siglo XXI (como quieren hacer algunas organizaciones patrióticas), ni se pueden repetir los errores de las revoluciones socialistas en el presente. Esto no solo se hace patente ante el tema de las pocas libertades democráticas que muchas de estas sociedades postcapitalistas tuvieron – algo inexcusable desde el punto de vista de nuestra organización – pero también por la urgente necesidad de redirigir la manera en la que la sociedad se relaciona con la naturaleza. La lógica productivista – de una economía que crece incesantemente, ilógicamente – fue pensada desde el capital y repetida en estos experimentos postcapitalistas. Ya sabemos, sin embargo, que es posible, simultáneamente, satisfacer las necesidades sociales de todas las personas y establecer un balance ecológico, no destructivo, sino restaurativo con el ambiente. Tenemos la capacidad humana, tecnológica. Tenemos las posibilidades de redirigir la producción, de reducir o incluso eliminar lo ecológicamente destructivo e irresponsable. Mientras gobierne el capital, será imposible superar la brecha ecológica, pero un programa ecosocialista, democrático, planificado, sí puede. Y no solo es posible, sino que es urgente. La vida misma lo exige. 

Si en algo hay continuidad directa entre el programa de Lares y el nuestro es en su profundo sentido caribeño, continental, internacional. Pues el programa de una sociedad no basta con hacerse en Puerto Rico, e incluso es incompleto si solo se busca implementar en Puerto Rico. La Confederación Antillana, aquella aspiración iluminadora en el siglo XIX, se abre paso en la actualidad, con urgencia, en la medida en que la sociedad requiere repensar la economía, las rutas del mercado, la transportación de mercancías y personas. Las transformaciones de la sociedad global nos conducen a volver a relacionarnos con el Caribe, a estrechar vínculos con la comunidad en la que siempre hemos estado insertos. Pero incluso más allá del Caribe, la revolución social, la revolución ambiental, solo se completa si se logra a nivel mundial. La revolución, por tanto, la lucharemos en nuestro suelo, y se auxiliará en todas partes. 


Por un Lares para nuestra época, decimos:

¡Viva Puerto Rico / Libre y Socialista!

[Finalizado el discurso hipotético, nos encaminaríamos a Hormigueros, donde la Casa Museo Filiberto Ojeda Ríos conmemoraría los 20 años del asesinato de Filiberto. Cabe señalar que esa actividad sí se concibió como una actividad abierta y unitaria de todo el independentismo].



Jorge Lefevre Tavárez

Jorge Lefevre Tavárez (editor, escritor, sindicalista) es docente sin plaza en la Universidad de Puerto Rico. Forma parte de la Junta Nacional de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universtiarios. Es miembro de Democracia Socialista.

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