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“Las contradicciones vivas de la coyuntura”: Conversación con Francisco Fortuño Bernier

Primera parte

Por Josean Laguarta Ramírez




¿Cómo pensamos la estrategia de izquierda en Puerto Rico ante el momento político actual? Francisco Fortuño Bernier fue militante de la Unión de Juventudes Socialistas (UJS-MST) y de los Comités en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) durante la Huelga de Estudiantes de la UPR de 2010-2011. En el 2014, fue una de las personas entrevistadas como parte de mi investigación de tesis doctoral sobre ese proceso. La conversación que aquí se recoge es un producto revisado en colaboración y parte de una discusión que llevamos desarrollado durante más de una década. También es parte de mi investigación en curso sobre la crisis del capitalismo colonial y la tradición radical puertorriqueña.


 JLR: Me interesa conocer tu perspectiva, a más o menos 10 años desde que te entrevisté por primera vez. Las cosas han cambiado significativamente. Tus posiciones han cambiado significativamente, incluso estás en una organización nueva. 


FFB: Pues sí, mis perspectivas cambiaron. Obviamente hay un periodo, un intervalo bastante largo, desde que yo me fui de Puerto Rico hace 10 años, en agosto del 2013, para hacer estudios graduados, hasta ahora, que estamos en noviembre del 2023. Yo pensé mucho mientras estaba allá, y cambiaron mis perspectivas significativamente. No solamente por el proyecto que yo tenía cuando me fui —que era un proyecto de desarrollar la capacidad de análisis político que yo tenía en ese momento, y cómo pensaba que podría contribuir al movimiento en general, ampliamente— sino que también cambiaron las condiciones aquí, y cómo yo me relaciono con esas condiciones.


Yo creo que estar fuera por todo ese periodo de tiempo… pues sí, es como ver dos fotos distintas, dos instantáneas. O sea, una de antes y otra de después. En el momento en que yo me fui, creo que mi perspectiva estaba comenzando a cambiar, porque me estaba cuestionando, al salir de la universidad, y del entorno universitario, cómo una organización política se vincula a la política—no a la política de los grupos pequeños, cómo se relacionan unos con los otros, sino a la política de masas. Y yo creo que, en los últimos 10 años, si algo ha cambiado para mí, es el sentirme que…  había una contradicción entre cómo practicábamos la política en aquel momento dentro de la universidad, versus lo que se me estaba pidiendo, o yo estaba viendo que había, una vez saliera de la universidad y empezara a hacer un trabajo político fuera de ahí. Me parece que había una contradicción. 


Ahora, pues regresé, y lo veo distinto. Veo una necesidad de proyectar un trabajo político de masas, dirigido hacia la mayor cantidad de gente, y aprovechando las pocas oportunidades que surgen. Y ahora mismo, yo creo que hay una oportunidad que no hemos tenido en muchísimo tiempo, de llegar a muchísima más gente. Esa oportunidad es esta coyuntura electoral. Y yo creo que hay momentos en los cuales hay que lanzarse, apostar a una posibilidad un poco distinta. Y yo creo que ese es el momento ahora mismo en Puerto Rico.


JLR: ¿Piensas que esa experiencia de vivir en la diáspora por 10 años, de alguna manera influyó en tu cambio de perspectiva, en tu forma de ver y entender las cosas, la lucha, el país? ¿O simplemente es un espacio de tiempo entre punto A y punto B? Como dijiste al principio: dos instantáneas, y que las condiciones aquí han cambiado tanto durante ese periodo.


FFB: En esa experiencia hay un aislamiento doble. Un aislamiento de salir de Puerto Rico y no estar en Puerto Rico, que se exacerbó cuando ocurrieron cosas como el Huracán María, que implicó una desconexión de las condiciones en Puerto Rico, y de la comunicación con la realidad del país, por unos meses, por lo menos,  en que no era como antes, que uno podía tener noticias diarias de lo que estaba ocurriendo, de amistades, familiares, gente conocida. Pero de momento eso desaparece, y uno pierde la posibilidad de saber la cotidianidad. Estando fuera, en la diáspora, uno pierde ese contacto. Uno pierde el pulso de lo que está pasando en la sociedad puertorriqueña—algo que se puede ganar fácilmente cuando uno regresa. Pero para mí, perder eso, me incapacitó para actuar, porque es difícil conocer una coyuntura si uno no está en un lugar inmerso.


Por otra parte, dentro de Nueva York en sí, yo sentí que estaba desconectado de  su comunidad puertorriqueña. Eventualmente subsané eso, porque mientras más tiempo uno está, más conexiones empieza a hacer, y terminé viviendo, incluso, en una comunidad puertorriqueña en Nueva York, en el Bronx. 


Paralelo a eso, hay un elemento de la diáspora que tiene un efecto nacionalizante. Allá es más fácil uno dejarse llevar por el miedo, por lo menos en mi caso—el miedo a la estadidad, el miedo a la americanización, el miedo al desplazamiento. Como miedo. No como un problema político, porque lo es—hay problemas políticos de la cultura, hay problemas políticos de la gentrificación en Puerto Rico—sino como un temor fundamental del accionar político. Y yo siento que, sobre todo en las elecciones del 2020, mi actitud hacia Puerto Rico se dejó llevar principalmente por esa ansiedad causada por el pensar, “bueno, esto sí es posible, que nos anexen, sí es posible la estadidad”. 


Lo contradictorio de vivir en Estados Unidos es, por una parte, saber que los puertorriqueños sí constituimos un grupo nacional distinto de los americanos, pero, a la misma vez, entender que la estadidad no es imposible. Yo creo que hay contradicciones políticas dentro de los Estados Unidos que ahora mismo la hacen imposible. Pero hay posibilidades de un destranque dentro de esa situación política, que podrían apuntar a que llegara un momento en que eso fuese una posibilidad. Y la actitud ante eso, estando fuera de Puerto Rico, y sintiéndose uno que no puede incidir directamente en la política puertorriqueña, es de desesperación.


Y yo creo que eso influyó, en cierto modo, en mi perspectiva. Por eso en parte, en las elecciones del 2020, yo me sentí muy inclinado a apoyar al PIP, y a Juan Dalmau, precisamente por la importancia que tenía ese aspecto nacionalista. Ahora, la contradicción quizás sea, que cuando yo llego a Puerto Rico, no me siento así. No siento ese nacionalismo, no siento esa desesperación. Y puedo concebir que otra estrategia política es necesaria. 


JLR: Otra estrategia política... ¿A qué te refieres? ¿Necesaria en qué sentido? Otra estrategia en comparación con cuál, ¿Con la que tú apoyabas anteriormente del MST? ¿Con el PIP?...


[En aquella época, Francisco aún se identificaba con el concepto de “partido de cuadros de combate” adoptado por el MST en su Séptimo Congreso, en noviembre de 2011. Francisco discute el concepto aquí, en el contexto de su decisión reciente de unirse a Democracia Socialista y apoyar la participación electoral a través de la llamada Alianza de País entre el MVC y PIP, tras varios años de inactividad.


FFB: Bueno, en ambos casos. Digo, en el caso del MST sí, yo creo que la estrategia del MST fue un fracaso rotundo. La estrategia que tomó... 


JLR: ¿Y cuál era esa estrategia?


FFB: La estrategia del MST, es un poco difícil de definirla, porque nunca le puso nombre. Pero alrededor de los años 2007 al 2014, el MST, en torno a su Séptimo Congreso, adoptó una política resumida en la consigna “Socialismo único camino”. Es una política de todo o nada. Es una política de asalto y “guerra de movimiento”. Una política que concibe como su tarea principal la organización de un partido de cuadros “para el combate”. ¿Qué significaba eso? Yo creo que no estaba bien definido, en el sentido de que no estábamos hablando nunca de un combate militar. Pero estábamos hablando de un combate político extra-parlamentario. En las calles, o a lo máximo, en algunos sindicatos y lugares específicos como la universidad. 


Y mi perspectiva es que el combate se da en un lugar, en un entorno, en un escenario, en un campo de batalla. Bueno, pues, los lugares en los que se hace eso, se multiplican en la sociedad. Y hay un lugar que estaba abandonado completamente por esa estrategia, que es el espacio electoral. Es un lugar, un locus, donde cientos de miles de personas participan de un proceso político. Y a partir de las últimas elecciones, se vio que es un espacio que está fragmentado. Que es un espacio donde la hegemonía existente, por las fuerzas que lo tenían controlado anteriormente, ya no tiene el arraigo que tenía anteriormente. Puede reconstituirse. Pueden surgir nuevas fuerzas que lo acaparen antes de que una fuerza progresista pueda disputarlo. Pero ese lugar está un poco en flujo. Y yo creo que hay que aprovechar eso.


JLR: Y ante el argumento de que es precisamente a través de las elecciones, que ese es el mecanismo que históricamente se ha utilizado para reconstituir resquebrajamientos de hegemonía—como en la misma historia de Puerto Rico, el ejemplo clarísimo del Partido Popular, el surgimiento del PPD… ¿Qué tú responderías a ese tipo de planteamiento?


FFB: Yo respondería que eso bien puede ser cierto. No hay nada asegurado de la participación electoral. Pero tampoco lo hay de no participar en las elecciones. Nosotros vamos a las elecciones. Tratamos de ganar. Ahora mismo, pues, la Alianza entre el PIP y Victoria Ciudadana… O, en las últimas elecciones: Juan Dalmau saca 14%, Alexandra Lúgaro saca 14%, etc. Al otro día, el colonialismo existe, el capitalismo existe, la burguesía está en el poder. Seguramente, el día después de las próximas elecciones, la burguesía va a estar en el poder, el capitalismo va estar en el poder, el imperialismo va a estar en el poder. La semana pasada, o hace dos semanas, hubo una marcha por Palestina. Al otro día, los capitalistas y los imperialistas estaban en el poder. Nosotros hacemos marchas, piquetes, organizamos protestas todo el tiempo, constantemente. Y al otro día no han cambiado las cosas.


Lo hacemos en el entendimiento de que, o la manifestación en sí es importante, como demostración de protesta, o de que una serie de protestas a largo plazo—y estamos hablando de muy largo plazo—tiene la capacidad de acumular y constituir fuerzas, organizar fuerzas, que puedan eventualmente disputarle el poder a esas clases sociales. La realidad es que eso es simplemente hacer una demostración en un contexto, en un lugar específico. ¡Pues ir a las elecciones es hacer una demostración en otro contexto, en otro lugar! Que puede incluir a mucha más gente de las que tú podrías incluir en una manifestación, o en una huelga. Quizás no en una protesta como la del 2019 contra Ricky Rosselló... pero esa es la excepción. Esas son las menos. En el último... en este siglo, quizás, han habido dos manifestaciones... dos procesos de manifestación parecidos a eso.


Nada, que desde un punto de vista, como demostración, expresión... En cierto sentido, la estrategia fuera de las instituciones políticas, la estrategia fuera del espacio electoral, depende de una estrategia de demostración espectacular de la disidencia frente al sistema existente, de impugnar al sistema existente. Esa disidencia espectacular, esa demostración o manifestación espectacular, puede ser a partir de marchas masivas, o en algunos casos, de combates callejeros, una barricada, lo que sea. Pero es una demostración, es un espectáculo, es un elemento para tratar de crear un efecto comunicacional. Y el planteamiento de que lo que hace falta es demostrar el descontento popular a partir de la protesta callejera, a partir del disturbio callejero, puede tener un planteamiento en ciertos momentos que sea cierto. Hay que constatar eso.


Pero de ahí a que hacer eso pueda disputar el poder político, yo creo que hay un trecho muy largo. ¿O sea, hay formas? Sí, claro que hay formas de disputar el poder político fuera de los ámbitos electorales que lo hacen. Pero eso  lo logran unos movimientos de masas incluso más contundentes o masivos que los que se han dado—como el del Ricky Renuncia, porque el Ricky Renuncia existe en un contexto limitado a una demanda, que es la renuncia de un gobernante específico, no es un movimiento anti-sistémico. O en las insurrecciones militares, o las guerras de guerrillas, etcétera. Pero lo segundo, la estrategia militar, no está planteada por nadie. Nadie la ha planteado en Puerto Rico seriamente, por lo menos desde los años ‘80, y en ese momento, lo que se planteaba no era ni siquiera una estrategia militar ofensiva, sino una estrategia militar de retaguardia.


Hoy en día, plantear que el combate callejero, que la protesta callejera es lo que va a hacer tambalear el sistema, es un poco ingenuo. Plantear que la organización obrera, la organización estudiantil, la organización comunitaria, en cierto modo puede crear situaciones que disputen el poder político, pues yo estoy de acuerdo. Sí. Eso es un elemento, eso son lugares cruciales y estratégicos. Aunque en la universidad ahora hay una realidad, de un momento de desorganización de lo que existía, de las organizaciones políticas, de las organizaciones estudiantiles, de la militancia—aunque no en otros sectores: los profesores se acaban de sindicalizar, por ejemplo. Ahora, en los sindicatos a nivel nacional, hay un momento de crisis. Hay un momento de crisis real.


JLR: Pero se podría argumentar que ese “momento” de crisis, ya lleva un tiempo extendido, ¿no? 


FFB: Sí. Sí, lleva un tiempo extendido. Llevamos más de una década de lucha de clases abierta, desde por lo menos el 2009 o el 2008, hasta ahora. Y el saldo de esa lucha ha sido una serie de derrotas para el movimiento obrero que... La situación impensable cuando yo me fui de Puerto Rico, es que una de las dos uniones más importantes y combativas no exista, que es la UTIER. Simple y llanamente, ya no exista, como fuerza política nacional. Eso en sí es una derrota histórica para el movimiento obrero en Puerto Rico.


Irónicamente, hoy en día, pues los profesores, precisamente por la situación de privación y austeridad, de momento actúan como una fracción de la clase trabajadora. Que se está organizando, en contraste al papel que jugaron los profesores políticamente frente a la crisis, en torno al año 2009-2010, cuando para nada está claro que fueran un grupo que se concebía como parte de un pueblo en lucha, en ningún aspecto, ni siquiera el corporativo. Y eso para mí es importante. Es un lugar importante. El sindicalismo continúa siendo un lugar importante, la universidad continúa siendo un lugar importante. Pero a nivel político general, ¿dónde es posible disputar la hegemonía, disputar más allá de unos lugares parciales, en general? Pues las elecciones es un espacio en el que se puede hacer. Y ahora mismo existen las posibilidades para hacerlo, no solamente limitado por el papel de afirmación independentista.


JLR: El 2019, ¿tú consideras que fue un punto de inflexión en como tú te sientes, y en tu forma de pensar sobre estos asuntos? ¿Por quizás ver que se generaran unas expectativas de que llegara a más lo de sacar a Ricky, y que eso no se desarrollase? 


FFB: No sé. Yo no estaba aquí. Pero evidentemente hubo un efecto en las elecciones del 2020, y yo creo que aquí, esta es la advertencia para las elecciones del 2024. ¿En qué medida, lo que pasó en el 2020 es un efecto refractado de lo que pasó en 2019? ¿Eso puede ser repetido? Es difícil. Y ese es el reto de  este año [2024]: poder plantear, no que esto es el ir más allá, sino que todavía hace falta continuar construyendo un proyecto que vaya más allá de simplemente sacar a un gobernador.


Yo creo que para poder entender el potencial de un evento, hace falta entender sus límites particulares. Porque su potencial existe únicamente en su particularidad. No existe en más allá de su particularidad; en más allá de su existencia concreta dentro de la sociedad. El potencial no es algo trascendente, es algo inmanente. En las protestas de Ricky Rosselló, hay un límite concreto que está dado por las demandas populares enunciadas en ese momento. La demanda es: “¡Ricky, renuncia!” Tiene inscrito su límite: la renuncia de Ricky. Pero es precisamente esa demanda la que logra cohesionar un movimiento político donde el pueblo de Puerto Rico actúa como soberano por un instante. Un instante bien pequeño. ¡Y no solamente como soberano, sino soberano por fuera de la ley, por fuera del esquema colonial! Eso sí, eso es fundamental. ¡Eso ocurrió! Y para mi, el 2019, en ese sentido, es una transgresión del autoritarismo colonial existente. Porque es la puesta en  práctica de la democracia, de la capacidad de controlar el poder político por el pueblo. Eso ocurrió. Eso ocurrió dentro de la instancia de lo que pasó. No hacía falta ir más allá de eso.


JLR: Pero hay quien me ha planteado que la consigna original era: “¡...renuncia, y llévate a la Junta!” Y que hubo ciertos grupos que por intereses propios, partidarios, sectarios, o simplemente por miedos y por entreguismo, la aguaron intencionalmente, para que entonces, cuando se diera la renuncia, que la lucha no trascendiera más allá. ¿Tú estás de acuerdo con ese planteamiento? ¿Y si no, por qué? 


FFB: Yo creo que un movimiento de masas como ese, dentro de sí, contiene una división contradictoria. No es un movimiento revolucionario en términos de clase. No es un movimiento para intentar introducir un cambio de época histórica. Es un movimiento político en el cual están representados una diversidad de intereses sociales, unificados por una demanda. Esos intereses, algunos de ellos, son antagónicos, y lo fueron. ¿Cómo es posible que las organizaciones socialistas y los Fonalledas tuviesen la misma posición política en un momento dado? Obviamente, se van a reproducir al interior del movimiento las contradicciones sociales y políticas que existen al exterior del movimiento. Para mí, eso no es sorprendente. Eso es algo que hay que dar por sentado. Lo que hay que plantear es, “Nosotros, ¿tenemos la capacidad de disputar, dentro de ese movimiento, o no la tenemos?”


Y puede ser que uno plantee, “pues no, no la teníamos, no se tuvo la capacidad de disputar, ganaron ellos”. Pero eso no es razón para decir que el movimiento que se da, la gente que sale a la calle, no instancian ese poder político del cual yo estaba hablando. ¡Sí, lo hacen! Pero ¿hacia dónde se dirige eso? ¿Quién tiene la capacidad de hegemonizarlo, quién tiene capacidad de moverlo para un lado o para otro? Eso es una disputa política que se da en todos los movimientos. ¡En todos! Y si no tenemos el nivel de organización, si no tenemos la capacidad de enunciar las consignas que sean repetidas, etcétera, ¡pues perdemos! Pero el hecho de que haya tenido que renunciar Ricky, yo creo que es algo más hacia acá, que el hecho de que se haya perdido el “llévate a la Junta”, que es la victoria del hacia allá. Si lo que ellos ganaron fue quitarnos el “...y llévate a la Junta,” ellos salieron perdiendo, en balance.


Porque concedieron, no el contenido de la frase, concedieron la forma. Concedieron la forma de la impugnación del sistema político a través de, y mediante, el ataque contra una figura. Y eso en sí, el hecho de que tuvieron que conceder que se puede sacar a un gobernador sin ir a unas elecciones, es fundamental para mí. Ah, las condiciones para hacer ese tipo de cosas son excepcionales. Las condiciones para que eso se diera en el 2019 son excepcionales. Y es una coyuntura irrepetible. Hay que entonces bregar con los lugares en donde es posible aún organizar esa energía latente que existe en la sociedad puertorriqueña. ¡Y las calles son uno de esos espacios! Pero hay una coyuntura electoral que está inscrita en el sistema político, que permite explotar eso. Eso es lo que pasó en el 2020, y eso es lo que esperamos que pase en el 2024.


***


Francisco J. Fortuño Bernier es profesor de ciencia política en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.


Josean Laguarta Ramírez es investigador del Centro de Estudios Puertorriqueños en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). En la actualidad, está desarrollando un proyecto tentativamente titulado Crisis Projects: Colonial Capitalism and the Puerto Rican Radical Tradition, 1996-2019 (“Proyectos de crisis: El capitalismo colonial y la tradición radical puertorriqueña, 1996-2019”). Esta conversación forma parte del archivo generado por dicha investigación.






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