En memoria de Ernest Mandel

[Nota del traductor: Este 20 de julio, se conmemoraron 30 años del fallecimiento de Ernest Mandel (1923-1995), una de las principales figuras del marxismo de la segunda mitad del siglo XX, y de los dirigentes históricos de la Cuarta Internacional. En este contexto, traducimos del francés el discurso pronunciado por Livio Maitan a nombre de la dirección de la Cuarta Internacional en el entierro de Ernest Mandel, el 30 de septiembre de 1995 en el cementerio Père Lachaise, en París, frente a más de 1,200 personas [1]. La urna de las cenizas de Mandel se enterró al pie del Muro de los Federados, donde se encuentran los restos de los últimos combatientes de la comuna de París del 1871.]

La conmovedora manifestación en la que participamos tiene lugar poco más de dos meses después del fallecimiento de nuestro camarada y amigo Ernest Mandel. El tiempo transcurrido apenas ha apaciguado el vacío que hemos sentido y sentiremos durante mucho tiempo. Ha atenuado la aflicción que nos embargó al conocer la triste noticia. Esto nos permite, desde este lugar que evoca tantos recuerdos para los activistas del movimiento obrero francés e internacional, reflexionar sobre el significado de la vida y la obra del camarada que ha llegado al final de un camino recorrido con la más rigurosa coherencia.

La trayectoria de toda persona es determinada por sus rasgos individuales, sus cualidades intelectuales y su sensibilidad, pero también por el marco restrictivo del contexto histórico en que vivió. Los partidarios del individualismo desenfrenado, tan extendido en una época de decadencia política y de eclipse cultural y moral, ignoran esta verdad básica.

Todas las personas que conocieron a Ernest Mandel pudieron apreciar la amplitud deslumbrante de su conocimiento y su inteligencia luminosa. Pero si tantos hombres y mujeres de distintas afiliaciones políticas y sensibilidades culturales se encuentran presentes aquí, es porque él ha puesto estas cualidades al servicio del movimiento obrero y revolucionario, en una lucha sin descanso contra las agresiones del capitalismo y a favor de una sociedad socialista. Nació en un periodo en el que ocurrieron dos eventos que marcaron nuestro siglo: la derrota de la revolución en Alemania, preludio de la victoria del nazismo [2], y el inicio de la dinámica perversa que, sesenta años más tarde, desembocará en la caída de la Unión Soviética [3]. Son, en última instancia, los dos eventos que mayor peso tuvieron, de alguna manera u otra, en las generaciones jóvenes del interludio entre las dos guerras mundiales. Y es hacia finales de este periodo que Ernest Mandel forma su conciencia política. Como un joven juido ya inspirado por las ideas socialistas, no podía hacer otra cosa que rechazar el fascismo en todas sus formas y conmocionarse por la victoria de Franco en España. Frente a una de las grandes tragedias humanas, la Segunda Guerra Mundial, se reafirma en su decisión política y moral de luchar por transformar esta sociedad que ha engendrado estos monstruos y hecho al mundo descender en un delirio de masacres y destrucciones.

Alain Krivine nos ha recordado los hitos de su actividad militante, multiforme e inagotable [4]. Quizás alguien haga sobre él la misma reflexión que se ha hecho sobre otros teóricos del movimiento obrero, notablemente de León Trotski: "qué lastima que un hombre con estos dotes intelectuales haya sacrificado una gran parte de su tiempo participando en las vicisitudes de pequeñas organizaciones sin mayor influencia". Qué lástima que personas que se consideren ilustradas no comprendan que la pertenencia a una organización, a un movimiento, le da sentido total a la actividad intelectual misma, constituyen su savia vital. 

La comprensión de la fecundidad de tal simbiosis es la clave para interpretar la personalidad de Ernest Mandel. Permítanle a la persona que les habla y que ha trabajado codo a codo con él durante casi cincuenta años decir sencillamente: sin el movimiento marxista revolucionario de la Cuarta Internacional, el Mandel que conocemos no hubiera existido, y sin la Cuarta Internacional no habría podido seguir su camino desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Permítanme también repetir lo que ha dicho en su mensaje en esta manifestación Fausto Berinotti, secretario del Partido de la Refundación Comunista de Italia, al que yo también pertenezco: "La historia personal de Ernest Mandel es un fragmento espléndido de este esfuerzo inmenso que a lo largo de todo el siglo 20 han realizado mujeres, hombres, pueblos, clases dominadas". 

Sin la menor pretensión de esquematizar un balance de su obra, recordemos algunas de sus contribuciones teóricas. Al fin de la guerra, fue él quien más contribuyó a la crítica, desde una perspectiva revolucionaria, a la sociedad de transición burocratizada de la Unión Soviética. Fue el autor de una resolución de abril de 1948 que, sin ignorar los logros de una economía no capitalista y planificada, indicaba que la capa social dominante constituía ya un freno relativo al crecimiento económico y social, y pudiera devenir en un freno absoluto. No eran muchos en el movimiento obrero dispuestos a aceptar tal juicio en el momento en que se encontrara todavía viva la epopeya de Estalingrado y en que la reconstrucción del país después de las ruinas de la guerra se desarrollaba a un ritmo muy acelerado. 

Es en las décadas del 1960 y 1970 en que Ernest Mandel llega a su madurez como teórico de la economía. Es la época en que escribe Das Spatkapitalismus [El capitalismo tardío]. El libro fue y sigue siendo el análisis más sistemático y clarividente de lo que ahora llamamos el capitalismo tardío, es decir, un capitalismo que, según sus apologistas, había superado las contradicciones clásicas como las crisis cíclicas y el desempleo. Desmistificar el mito no era una tarea fácil en aquella época, pero Ernest Mandel lo logró con rigor metodológico y valentía política. Posteriormente, retomaría y enriquecería su obra con una dimensión social y política de la teoría de las ondas largas, una herramienta irremplazable para entender las vicisitudes de la economía capitalista durante más de un siglo y, en particular, luego de la Segunda Guerra Mundial.

Un último ejemplo nos lleva a un terreno más directamente político. A inicios de los años 60, una de sus mayores contribuciones fue definir la idea de la dialéctica de la revolución mundial. Una idea como esta, un término como este, pudiera suscitar hoy reacciones de escepticismo. Pero el problema que abordó el camarada era la de la relación intrínseca entre las luchas con dinámicas antisistémicas dirigidas por la clase obrera en los países llamados industrializados, la lucha contra la explotación y la opresión imperialistas en los países subdesarrollados y la lucha contra la dominación burocrática en los países en los que no existía ya el capitalismo. ¿Se trataba de un esquema libresco, de una esperanza fantasiosa? ¡Para nada! Era un esfuerzo por entender, partiendo de un análisis materialista óptica revolucionario, un potencial real. Que era real lo prueban los eventos de finales de los años 60 e inicios de los 70, cuando en efecto hubo una convergencia entre movimientos poderosos como el mayo del 68 francés y el otoño obrero en Italia, la primavera de Praga y la lucha indomable del pueblo vietnamita. Y es justamente cuando esta convergencia se disuelve que los movimientos obreros y antiimperialistas entran en una fase de declive y de retrocesos de la que aún no han salido.

Para rendirle homenaje y ponerlo en perspectiva, se ha dicho que Mandel fue el último de los marxistas clásicos. Él hubiese aceptado esto como el elogio más grande. En efecto, a lo largo de su vida se esforzó por vincular las mejores tradiciones de la historia del movimiento obrero y de sus logros teóricos, sin dejar de señalar, con insistencia creciente, la necesidad de abordar los nuevos problemas que surgen.

No tenemos la pretensión de afirmar aquí que fue o no el último de los marxistas clásicos. Pero podemos, debemos afirmar que, si el movimiento obrero continúa viviendo y luchando, si sabe emprender la refundación y la reconstrucción históricas necesarias, entonces habrá nuevos teóricos marxistas, nuevos dirigentes, nuevos cuadros, centenares de miles, millones de militantes de nuevas generaciones que se comprometieran con la lucha que fue la razón de ser de Ernest Mandel.

A los jóvenes que están aquí con nosotros esta mañana le decimos, a nombre del camarada que nos ha dejado, este mensaje: el mundo en que la suerte nos ha hecho nacer y vivir no puede ser ni debe ser aceptado; debemos luchar con todas nuestras fuerzas para revolucionarlo, transformarlo de arriba a abajo. Esta tarea no la lograron cumplir las generaciones que llevaron este combate antes que nosotros, que lograron conquistas importantes a través de importantes luchas pero que cargan ahora con un gran peso de derrotas y decepciones. Es tarea de ustedes, las generaciones nuevas, fecundar la herencia del pasado, y, por tanto, la del camarada cuya voz ya no escucharemos y a quien le damos, con la mayor emoción, nuestro último saludo.

Traducido por Jorge Lefevre Tavárez

Notas

[1] El original en francés se encuentra en la revista Contretemps: https://www.contretemps.eu/memoire-ernest-mandel-livio-maitan/.

[2] En 1918, como parte de un periodo revolucionario que se abrió a lo largo de Europa luego de la Revolución de Octubre en Rusia, en Alemania inició una revolución en la que se constituyeron consejos obreros a lo largo del país y que tomaron el poder en varias ciudades. La revolución le dio fin a la Primera Guerra Mundial y terminó con el gobierno monárquico alemán, aunque fue luego violentamente reprimida por el Partido Socialdemócrata Alemán en el poder, un partido obrero cuya militancia participaba también de la Revolución. Ernest Mandel presentó una serie de conferencias sobre la Revolución Alemana y sus consecuencias, publicado como libro bajo el título "La Revolución Alemana. Tres conferencias".

[3] Se refiere al proceso de burocratización del Partido Bolchevique y del gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en sus inicios representado por la figura de Iósif Stalin, en lo que puede considerarse una franca contrarrevolución al gobierno soviético inicial. Mandel hizo varios adelantos en las teorías marxistas sobre la burocracia, particularmente en su ensayo "La burocracia" (https://www.marxists.org/espanol/mandel/1969/burocracia.htm) y en su libro El poder y el dinero. Estas teorías, como las que previamente había llevado a cabo León Trotski, ya plantean la posibilidad de la restauración capitalista por parte de las burocracias que gobiernan estados obreros degenerados. 

[4] Seguramente se refiere al discurso que pronunció Alain Krivine, otro líder de la Cuarta Internacional, previo a su mensaje. Hasta el momento, no hemos encontrado una reproducción de sus palabras ese día.

Livio Matian

Livio Maitan (Venecia, Italia, 1 de abril de 1923 - Roma, Italia, 16 de septiembre de 2004) fue un político italiano. Fue uno de los líderes del trotskismo después de la muerte de Trotski.

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