COP 30: la catástrofe climática no es un chiste
Traducción de Jorge Lefevre Tavárez
El chiste habitual sobre las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP, por sus siglas en inglés) es que son un subterfugio (“cop-out”). En ninguna ocasión se ha podido lograr un acuerdo para terminar con la producción de energía a partir de la quema de combustibles fósiles, aunque es bien conocido que las emisiones de carbono y otros gases de invernadero provienen principalmente del uso de combustibles fósiles. En ninguna ocasión se ha podido lograr un acuerdo para planificar reducciones significativas en las emisiones de todas las fuentes (producción, transporte, guerra, etc.). En ninguna ocasión se ha podido lograr un acuerdo sobre cualquier posible revés significativo con respecto a la deforestación, la contaminación de las aguas y la aceleración de la extinción de las especies y la diversidad.
El chiste de llamarlo un subterfugio ya se agotó. COP30 no fue un chiste, aunque sí lo haya sido el “acuerdo” al que llegaron. El tiempo se acabó. El mundo se calienta a un ritmo que hará que pronto lleguemos al punto de no retorno, de daños irreversibles a la humanidad, a otras especies y al planeta mismo.
Harjeet Singh del Sat Sampade Climate Foundation dijo que “COP30 pasará a la historia como el programa de entrevistas (talk-show) más peligroso jamás producido”. Los negociadores en Belém, Brasil “pasaron días discutiendo qué discutir e inventando nuevos diálogos con el único propósito de evitar tomar acciones, de comprometerse a una justa transición para alejarse de los combustibles fósiles y poner dinero sobre la mesa para este fin”. El tema principal de una “transición para alejarse de los combustibles fósiles” fue abandonado ya que la mayoría de los poderes occidentales lo bloquearon. Incluso la idea débil de una “hoja de ruta” hacia la transición recibió oposición.
Otro tema que se encontraba sobre la mesa era cómo los países responderían al hecho de que los planes climáticos actuales, llamados “contribuciones nacionales determinadas” (NDS, por sus siglas en inglés), llevarían a alrededor de 2.5 centígrados de temperatura global por encima de los niveles preindustriales, muy superior al límite de 1.5C que fue la meta trazada en el COP de 2015, los Acuerdos de París. El “acuerdo” del COP30 fue “continuar las conversaciones sobre” la gran brecha entre las metas de los países y el recorte de emisiones de carbonos necesarios para mantenerse dentro del 1.5C.
Los científicos de COP30 fueron claros una vez más. Las emisiones deben reducirse el próximo año, dicen, y continuar la baja en las próximas décadas. “Necesitamos empezar, ahora, a reducir las emisiones de CO2 por los combustibles fósiles, a un grado de por lo menos 5% anuales. Esto tiene que suceder para tener una oportunidad de evitar impactos climáticos inmanejables y extremadamente costosos que afectarían a todas las personas del mundo”. La reducción de emisiones tiene que ser acelerada: “Necesitamos estar lo más cerca posible a cero combustible fósil para el 2040, a más tardar 2045. Esto quiere decir, a nivel global, que no haya inversión nueva alguna en combustible fósil, la eliminación de todo subsidio a los combustibles fósiles y un plan global para transicionar hacia energía renovable y hacia la baja en emisiones de carbono de manera justa, para eliminar gradualmente los combustibles fósiles rápidamente.
Los científicos añadieron que el financiamiento —de países desarrollados y países no desarrollados— es esencial para hacer creíbles los Acuerdos de París, que tienen la meta de que la temperatura global no supere los 1.5C. “El financiamiento debiera ser predecible, basado en otorgación de fondos y consistente con una transición justa y equitativa”, dijeron. “Sin un financiamiento de reformas climáticas escalonados, los países en vías de desarrollo no pueden planificar, no pueden invertir y no pueden cumplir con la transición necesaria para una sobrevivencia compartida”. El COP30 logró un acuerdo de financiamiento de los países ricos a los pobres, ¡pero el incremento en financiamiento se esparcirá por los próximos diez años, no cinco, como antes!
La demanda global de petróleo y gas se estima que aumentará por los próximos 25 años si el mundo no cambia de curso, de acuerdo al último informe de la Agencia Internacional de Energía. Las emisiones de gases de invernadero siguen aumentando a pesar de un crecimiento “exponencial” de las energías renovables. El uso de carbono logró una cifra récord en el mundo a pesar de los esfuerzos de moverse hacia energía limpia.
Todo indica que las emisiones de CO2 no bajarán, sino que aumentarán. Los niveles de las emisiones anuales globales de CO2 relacionados con la energía aumentarán y se acercarán a 40 gigatoneladas de dióxido de carbono por año en los primeros años de los 2030, manteniéndose en estos niveles hasta el 2050. Las emisiones pudieran bajar en economías desarrolladas, Europa principalmente, y en China del 2030 en adelante, pero en ningún otro lugar.
El problema no es solo las emisiones de carbono. El metano es un gas de invernadero 80 veces más poderoso que el dióxido de carbono, y a él se debe alrededor de ⅓ del calentamiento recientemente registrado. En los “subterfugios” anteriores se acordó recortar las emisiones de metano en un 30% para el 2030. Pero las emisiones de metano han aumentado. De manera colectiva, las emisiones de los seis firmantes más grandes —los Estados Unidos, Australia, Kuwait, Turkmenistán, Uzbekistán e Irak— se encuentran ahora un 8.5% por encima del nivel del 2020.
El mundo se está calentando. Este año y los dos anteriores fueron los tres más calientes en los 176 años en que se ha registrado este dato. Y los últimos once años, desde 2015, son también los 11 más calurosos en los registros. Los puntos irreversibles se están alcanzando: los glaciares se derriten, los bosques desaparecen, aumentan los fuegos forestales, las inundaciones, las sequías. El mundo se dirige a 2.8C de calentamiento, y, como indica el último informe de las Naciones Unidas, las promesas climáticas apenas se cumplen.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), en su “Informe de brechas en las emisiones 2025: fuera del radar”, encuentra que las promesas climáticas de los Acuerdos de París han escasamente reducido el ritmo del aumento en el calentamiento global durante el siglo XXI, lo que conduce al mundo a un escalamiento serio de riesgos y peligros climáticos. Menos de un tercio de las naciones del mundo (62 de 197) han enviado sus planes de acción climática. Los Estados Unidos, el país que mayores emisiones tiene per cápita, abandonó el proceso: no fue al COP30. Europa también ha fallado en llegar a sus metas. Ninguna de las metas de los 45 indicadores parece que se cumplirán para el 2030.
Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera se dispararon a nivel récord en el 2024, según datos de las Naciones Unidas. La concentración global promedio de este gas aumentó de 3.5 parts por millón a 424ppm in 2024, el aumento más elevado desde que en el 1957 se registra este dato, de acuerdo a la Organización Mundial de la Meteorología.
Varios factores han contribuido al salto en CO2, entre ellas otro año de quema de combustibles descarada. Otro factor fue el aumento en incendios forestales, por las condiciones más calurosas y secas producto del calentamiento global. Las emisiones de incendios forestales en las Américas llegaron a un nuevo pico en el 2024, el año más caluroso registrado. Los científicos climáticos también han expresado preocupación por un tercer factor: la posibilidad de que los sumideros de carbón empiecen a fallar. Alrededor de la mitad de todas las emisiones anuales de CO2 salen de la atmósfera al disolverse en los océanos o al ser absorbidas por plantas y árboles. Pero los océanos, al calentarse, no podrán absorber tanto CO2, mientras que los incendios forestales implican también menos crecimiento vegetal.
Se requiere una reducción anual de las emisiones entre un 35% y un 55%, comparado a los niveles del 2019, para alinearse a los Acuerdos de París y la ruta hacia el 2C y el 1.5C. Dado el tamaño de estas reducciones, el poco tiempo disponible y el difícil ambiente político, es inevitable que haya un aumento en la temperatura global para finales de esta década. Las metas de París están tan muertas como las personas y las especies que mueren por el cambio climático.
De hecho, el creciente calentamiento global mata a una persona por minuto, según un informe del impacto a la salud de la crisis climática. Según el informe, el grado de muertes por condiciones del corazón ha aumentado en 23% desde el 1990, incluso luego de tomar en cuenta los aumentos en la población, llegando a 546,000 muertes por año entre 2012 y el 2021. En los últimos cuatro años, la persona promedio ha estado expuesta a 19 días al año de calores que atentan contra la vida, y 16 de esos días no hubiesen ocurrido sin el calentamiento global causado por el ser humano. En fin, la exposición a altas temperaturas resultó en un récord de 639 mil millones de horas de trabajo perdidas, lo que causó a su vez una pérdida en 6% del PIB nacional de los países menos desarrollados.
La quema de combustibles fósiles no solo calienta el planeta sino que también produce contaminación del aire, lo que causa millones de muertes anuales. Incendios forestales, infartos, se agregan a las muertes causadas por humo, con un récord de 154,000 muertes en el 2024, según el mismo informe. Sequías y olas de calor han perjudicado las cosechas y ganado; se aumentó la cantidad de personas que han experimentado inseguridad alimentaria en 123 millones, al comparar los números del 2023 con el promedio anual entre 1981 y el 2010.
¿Por qué no se cumplen los objetivos para reducir las emisiones, o ni tan siquiera se llegan a acuerdos? Por dinero. A pesar del daño, los gobiernos del mundo proveyeron $956 mil millones en subsidios a las industrias de combustibles fósiles desde 2012. Esto atomiza la promesa de $300 mil millones, hecha en 2024 en COP29, que se supone que se destinaran para apoyar a los países climáticamente vulnerables. El Reino Unido proveyó $28 mil millones en subsidios en el 2023, y Australia $11 mil millones. Quince países, incluyendo a Saudi Arabia, Egipto, Venezuela y Algeria gastan más en subsidios a estas industrias que al presupuesto nacional destinado a la salud.
Las 100 compañías más grandes de combustibles fósiles aumentaron sus proyecciones de producción de camino a marzo del 2025, que llevarían a triplicar las emisiones de dióxido de carbón con respecto a los Acuerdos de Partis, dice el informe. Los bancos comerciales apoyan esta expansión; los 40 prestamistas más grandes invirtieron colectivamente, en préstamos de cinco años, $611 mil millones en el 2024. Los préstamos al “sector verde” fueron de $532 mil millones.
La razón de todo esto es sencilla: es mucho más rentable la expansión de combustibles fósiles que la transición hacia la energía renovable. El problema es que los gobiernos insisten en que la inversión privada debe ser el motor de la energía renovable. Pero la inversión privada solo toma en cuenta si es rentable la inversión.
La posibilidad de generar ganancias es el problema, de dos maneras distintas. Primero, la tasa de ganancias está en niveles bajos, por lo que la inversión en todos los niveles también ha disminuido. Segundo, los precios de las energías renovables se han reducido dramáticamente en los últimos años. Irónicamente, esta reducción en precios las hace menos rentables. La manufactura de paneles solares sufre una reducción de ganancias, al igual que las granjas solares. Esto demuestra la contradicción fundamental de las inversiones capitalistas entre la reducción de costos por vías del aumento en la productividad y la ralentización de las inversiones por una caída en rentabilidad.
En su libro El precio es incorrecto - por qué el capitalismo no salvará al planeta, Brett Christophers argumenta que el obstáculo para lograr las inversiones y las metas para limitar el calentamiento global no es el precio de las energías renovables, sino la rentabilidad comparada con la producción de combustibles fósiles. Christophers demuestra que en un país como Suecia, la energía eólica puede producirse a muy bajo costo. Pero el abaratamiento de los costos deprime también el potencial de ganancia. Esta contradicción fortalece los argumentos de las compañías de combustibles fósiles de que el petróleo y el gas no pueden reducirse fácilmente. Peter Martin, el economista principal de Wood Mackenzie, lo explica de otra manera: “el incremento en los costos del capital tiene unas implicaciones profundas para las industrias de energía y recursos naturales”, y las tasas más altas “afectan de manera desproporcionada la energía renovable y nuclear por su alta intensidad de capital y baja rentabilidad”.
Como señala Christopehers, la rentabilidad del petróleo y el gas ha sido generalmente mucho más alta que la energía renovable, lo que explica por qué, en los 1980 y 1990, los intereses del petróleo y el gas terminaron con sus primeros intentos en el área de la energía renovable tan pronto como los comenzaron. “Los mismos cálculos de comparación explican por qué hoy transicionan hacia la energía limpia al ritmo de un caracol”.
Christophers cita al CEO de Shell, Wael Sawan, quien responde a una pregunta sobre si él consideraba aceptable la rentabilidad inferior de la energía renovable: “Pienso en el bajo carbono, déjame ser categórico con esto. Nosotros vamos a movernos hacia retornos de ganancia fuertes en cualquier industria a la que entremos. No podemos justificar retornos bajos. Nuestros accionistas se merecen vernos detrás de retornos altos. Si no podemos lograr los retornos de doble dígitos en nuestro negocio, tenemos que preguntarnos seriamente si debemos seguir en el negocio. Definitivamente, queremos movernos hacia menos carbono, menos y menos, pero tiene que ser rentable”.
Por estas razones, los economistas del banco JP Morgan concluyen que “El mundo necesita caer en tierra (needs a reality check) con respecto a su transición de combustibles fósiles a energías renovables”, y que el llegar a las metas de cero-carbono pudiera demorarse “generaciones”. JP Morgan entiende que el cambio del sistema mundial de energía “es un proceso que debe medirse en décadas, o generaciones, no en años”. Y eso, porque la inversión en energía renovable “actualmente ofrece retornos mediocres”.
La única manera que tiene la humanidad de evadir un desastre climático será a través de un plan global de propiedad común de los recursos y las tecnologías, que reemplace el sistema capitalista de mercado. Mientras tanto, continúa el subterfugio.
Enlace al artículo original en inglés: https://thenextrecession.wordpress.com/2025/11/23/cop-30-its-no-joke/.

