Por Yanira Reyes Gil
[El siguiente mensaje fue pronunciado el 19 de agosto de 2022, al recibir Yanira Reyes Gil la Medalla Nilita Vientós Gastón que concede el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico]
Buenas noches a todas las personas que me acompañan en esta noche que significa tanto para mí. Agradezco a las compañeras de la Comisión de la Mujer del Colegio por hacerme esta distinción y por el cariño que me brindan. Agradezco al Colegio donde he encontrado un espacio y mucha gente con quienes comparto metas y estrategias. Agradezco a las compañeras de las organizaciones feministas que me permiten trabajar con ellas y de quienes aprendo día a día. Agradezco a quienes me acompañan en mi día a día, a mi corillo de panas, a las nenas, a mi familia, y en muy en particular a Ángel y a Maya que son mi vida.
Y es que nada de lo que una hace lo hace sola. Nuestra acción es producto de una combinación de fuerzas y de gentes, de teorías y de acciones, de principios y finales, de inspiraciones. Puedo mencionar muchas gentes que me inspiran, como por ejemplo las personas que me preceden en haber recibido esta medalla:
Lcda. Ada M. Conde Vidal
Lcda. Josefina Pantoja Oquendo
Lcda. María Consuelo Sáez Burgos
Lcda. María Dolores Fernós-López Cepero
Lcda. Wilma Reverón
Lcda. Ana I. Rivera Lassén
Lcda. Rosa Bell Bayrón (fallecida)
Lcda. Sarah Torres Peralta (fallecida)
María Genoveva Rodríguez (fallecida)
Lcda. Amárilis Pagán Jimenez
Lcda. Ludmilia Rivera Burgos
Lcda. Norma Vargas Acosta
Lcda. Judith Berkan
Lcdo. Efrén Rivera Ramos
Lcda. Erika Fontánez Torres
Lcdo. José E. Colón Santana
Lcda. Esther Vicente Rivera
Lcdo. Osvaldo Burgos Pérez
Lcda. Maricarmen Ramos de Szendrey
Lcda. Liana Fiol Matta
Para todos y todas ellas, pido un aplauso.
Recientemente en una actividad de esas de romper el hielo, en una reunión de feministas latinoamericanas, nos pidieron que mencionáramos a una mujer que nos hubiera inspirado. No tuve que pensar mucho para tener mi respuesta, sin duda alguna: Tati.
El verano pasado la Facultad de Derecho de la Interamericana le hicimos una merecida distinción a esta gran luchadora, activista y profesora de nuestra Facultad, Lcda. María Dolores Tati Fernós. En esa ocasión la compañera dirigió unas palabras a los y las estudiantes que se graduaban. Dijo Tati:
“Por ello, les invito encarecidamente a que intervengan utilizando estos nuevos instrumentos y conocimientos que han adquirido en la Facultad y que les colocan en la perfecta ubicación para influir en la elaboración de proyectos diseñados hacia la construcción de una sociedad más equitativa.
Tres flagelos destaco que necesitan ese apoyo: la marginación por razón de raza, la violencia por razón de género y la exclusión perpetua de quienes nacen y parecen condenados a no salir de la miseria, de la inhumana pobreza.
Ustedes están preparados, tienen los conocimientos. Tengan también la voluntad y, sobre todo, el corazón para alcanzar el país más justo que mi generación quiso alcanzar y no pudo. No callen, no acepten realidades que no les parezcan justas aunque no les afecten a ustedes directamente. Al fin del camino nos afectan a todo el país en mayor o menor grado.”
Tati fue mi maestra, mentora y compañera. Compartimos esa indignación con las injusticias y esas ansias de cambiarlo todo. Lo que me recuerda, por supuesto, a quien se conmemora con esta medalla, a Nilita. Al igual que Tati, situaba el cambio hacia un país más justo en las personas inconformes, en los y las disidentes, en fin, en estas personas que nos “quejamos” mucho, aunque eso no le guste al gobernante. Decía Nilita hace más de 40 años:
“Porque los inconformes y los disidentes son los grandes colaboradores del proceso histórico, los que hacen posible los cambios sociales. No son, según ven los sostenedores y apologistas del status quo, perturbadores de oficio. Yo diría que sus críticas son una de las formas de expresión del amor. Critican porque aman el mundo en que viven. Lo sueñan mejor, con más dignidad y más justicia para todos...”
Nilita asignaba a los abogados y abogadas la responsabilidad de cuestionar el orden y las leyes por ser estas desproporcionadamente severas con la gente pobre, con la gente negra, con las mujeres y con quienes no están en el poder. Decía Nilita que los abogados y abogadas que no asumen esta labor crítica se convierten en apologistas del estatus quo y de las injusticias:
“Ven la ley como un dogma, son hostiles al cambio, siguen acatando ideas y procedimientos anacrónicos a circunstancias distintas o cambiantes. Carecen de flexibilidad para armonizar la estabilidad y el cambio, la libertad y la autoridad, los derechos de la persona y los límites de la intervención del estado en estos derechos. [...] Parecen ignorar que el peso de la ley cae siempre sobre los pobres, los oprimidos, y los disidentes; que respetar la ley no significa sumisión incondicional a sus disposiciones, significa cuestionarla, luchar por derogar y reformar las que son injustas, discriminatorias u obsoletas, las que no responden a remediar los males del presente, ni preparan para los cambios del futuro”.
De estas dos grandes mujeres y de estos mensajes que les comparto rescato muchas cosas, pero me limito a mencionar dos. En primer lugar, rescato la urgencia de no conformarnos, no callar y de indignarnos ante lo injusto. Y tenemos tanto en estos momentos para indignarnos: las asfixiantes medidas de austeridad impuestas por la Junta, la falta de protección de nuestros recursos naturales, el desplazamiento de nuestra gente pobre y joven a causa de la entrega a manos privadas ricas y extranjeras de nuestras tierras y propiedades, la falta de luz a causa de que el gobierno se entregó a los intereses de manos privadas y en particular se entregó a los intereses de LUMA, la falta de acceso a servicios de salud dignos, el deterioro de nuestras escuelas, el ataque frontal a la educación pública mediante atropellos a la clase magisterial, falta de atención y cierre de escuelas y el estrangulamiento económico a la Universidad de Puerto Rico. Tenemos que indignarnos y no callar ante el desdén de este gobierno sobre la violencia hacia las mujeres. Porque la violencia no se atiende firmando órdenes ejecutivas sin apoyo económico o compromiso real de cambio. Porque en la medida en que las estrategias que se trazan por compañeras comprometidas que apuestan a la perspectiva de género se agüan con términos vacíos y ambiguos, por la cobardía de funcionarios públicos que se rinden ante presiones de sectores fundamentalistas antiderechos, en esa medida el gobierno también es cómplice de esa violencia institucional.
En los últimos años hemos experimentado un ascenso de sectores fundamentalistas a espacios de poder en los gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos. Muchas de sus agresiones son dirigidas hacia las mujeres y la comunidad LGBTTIQ+ particularmente sobre derechos sexuales y reproductivos. Hemos presenciado un avance al poder oficial de parte de estos sectores y hemos visto acciones concertadas a través de la aprobación de políticas públicas y legislación dirigida a coartar derechos fundamentales e intentar controlar la sexualidad y los cuerpos.
Las estrategias anti-derechos han sido variadas y violentas. Muchas de ellas han estado dirigidas a limitar el derecho al aborto estableciendo obstáculos de acceso. Otras estrategias más recientes prohíben al aborto en momentos específicos de gestación e intentan criminalizar nuestras cuerpas. Todas son medidas diseñadas para ponerle trabas al control de las mujeres sobre nuestra sexualidad y sobre nuestra reproducción.
Los sectores fundamentalistas y conservadores en Puerto Rico también han arremetido contra la sexualidad, los cuerpos y el derecho al aborto. No olvidamos en el cuatrienio pasado, el fallido Proyecto de Ley 950, la eliminación de la carta circular sobre la perspectiva de género, la ley de escuelas-iglesias, el proyecto de ley sobre libertad religiosa, la oposición al proyecto que prohibía las terapias de conversión y los cambios introducidos al Código Civil.
En este cuatrienio las legisladoras del Partido Proyecto Dignidad han tomado la batuta en la presentación de proyectos dirigidos a eliminar derechos y coartar libertades. Al momento tenemos alrededor de 14 proyectos de ley dirigidos a restringir o incluso prohibir el derecho al aborto. Los más peligrosos son el Proyecto 693 de la autoría de la Senadora Rodríguez Veve y el Proyecto 1084 de la Representante Lisie Burgos. El 693, que fue aprobado en el Senado y ahora se encuentra bajo la consideración de la Cámara de Representantes, intenta prohibir el aborto a partir de la semana 22 de gestación. Este proyecto limita derechos fundamentales cuando impone criterios "médicos" al establecer un momento fijo de viabilidad (lo que es contrario a las declaraciones de todas las organizaciones médicas en el país). El 1084 propone crear la “Ley del Latido Cardiaco del no Nacido en Puerto Rico” a fin de prohibir que se realicen abortos luego de la detección de una corriente eléctrica (“latido cardiaco”) fetal. Esta ley le impondría al médico o médica la obligación de examinar a toda mujer embarazada que procure un aborto con el objetivo de determinar si existe o no tal “latido” y establece que cualquier persona que sufra algún “daño” a causa del aborto podría demandar al médico, al hospital o clínica por una cantidad que nunca será menor de $25,000.
Estos proyectos no responden a una preocupación de salud legítima. Su propósito es imponer la visión religiosa del comienzo de la personalidad desde la concepción y el control de la sexualidad y los cuerpos. Por eso las feministas nos hemos unido para exigir la separación de iglesia y estado. La campaña nacional por el aborto libre, accesible y seguro en Puerto Rico nos une en un reclamo por mantener los derechos adquiridos y defender nuestra autonomía. El pañuelo verde se convirtió en nuestro símbolo.
Ante estos aires de retrocesos en derechos, no nos resta más que indignarnos. Y de ahí lo segundo que rescato de Tati y Nilita. Es necesario luchar por mantener lo que tanto trabajo nos ha costado lograr. Es inconcebible que mi hija tenga menos derechos que yo. Pero eso no es suficiente, debemos aspirar a más. Porque todas las personas tenemos derecho a una vida digna. Las mujeres tenemos derecho a vivir sin violencias, a caminar sin ser asediadas, a un techo y trabajo digno, a protección en la vejez, a salud, a tomar decisiones sobre nuestras vidas y nuestras cuerpas, a igual paga por igual trabajo, y que sea una paga justa, a que no nos recaiga todo el peso de los cuidados, a que se tomen decisiones con perspectiva de género y a tener un espacio en esa mesa donde se toman las decisiones sin que eso implique que se nos intente ningunear, silenciar o tomar crédito por nuestras ideas. Tenemos derecho a vivir sabroso, como dice Francia Márquez, que añade que vivir sabroso "se refiere a vivir sin miedo, se refiere a vivir en dignidad, se refiere a vivir con garantía de derechos". Así que aspiremos eso, a vivir sabroso con derechos, sin miedo y con dignidad.
Gracias.
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