Por Gilbert Achcar
Así, tras ocho meses de genocidio mediante bombardeos intensivos de zonas palestinas densamente pobladas, que hasta ahora han cobrado la vida de casi cincuenta mil personas, entre los muertos que se han contabilizado y los que siguen bajo cuarenta millones de toneladas de escombros resultantes de la destrucción de no menos de 300,000 viviendas según estimaciones de la ONU, por no hablar de los edificios públicos, después de toda esta ferocidad mortífera y destructiva del "Estado judío" comparada con la cual la ferocidad del "Estado islámico" parece más bien modesta, y después de los continuos esfuerzos por facilitar este genocidio oponiéndose a cualquier proyecto de alto el fuego, es decir, el cese de la masacre, especialmente mediante el ejercicio del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, aquí está Biden, el orgulloso sionista, insistiendo de repente en obtener un alto el fuego hasta el punto de presentar un proyecto de resolución a tal efecto al Consejo de Seguridad de la ONU el pasado lunes.
Para que nadie pueda imaginar que una revelación divina descendió sobre Biden y su administración, y que se arrepintieron de su colaboración con los perpetradores del genocidio, se afanaron en presentar su proyecto de tregua, consistente en un alto el fuego temporal junto con un intercambio de cautivos como preludio a las negociaciones para poner fin a la agresión israelí contra la Franja de Gaza, como si se tratara de un proyecto que contaba con la aprobación de Israel, de hecho como si fuera un proyecto israelí, de modo que la culpa de que el alto el fuego no entrara en vigor recayera únicamente sobre Hamás. Esto es pura hipocresía, ya que Netanyahu nunca ha anunciado oficialmente su aprobación del proyecto, sino que ha actuado hasta ahora como si quisiera desvincularse de él. Por otra parte, la dirección política de Hamás ha demostrado astucia y conocimiento del juego al apresurarse a acoger favorablemente la resolución del Consejo de Seguridad y expresar su disposición a negociar los términos de su aplicación, devolviendo así la pelota a la cancha del gobierno sionista después de que la administración estadounidense intentara confinarla en el lado de Hamas.
Esto se debe a que el gobierno sionista se encuentra en un estado de confusión. Si Netanyahu hubiera aceptado públicamente el proyecto de tregua, Gantz y su grupo no habrían decidido poner fin a su participación en el gabinete de guerra el domingo. Atribuyeron su retirada a la reticencia de Netanyahu a aceptar el proyecto de tregua y establecer condiciones para poner fin a la guerra que sean coherentes con los intereses israelíes y los deseos del padrino estadounidense. Lo cierto es que el objetivo de la reciente iniciativa de Washington en el Consejo de Seguridad no es presionar a Hamás, sino presionar a Netanyahu para que acepte el proyecto oficial y públicamente. Pero en primer lugar, Biden ha estado desplegando esfuerzos para mostrar a ese importante segmento de la opinión pública estadounidense que está molesto por la guerra genocida emprendida por el Estado sionista. El segmento de la opinión pública descontento constituye una importante proporción de los votantes tradicionales del Partido Demócrata, que va en serio en sus esfuerzos por detener la guerra.
La administración estadounidense intensificará la presión sobre Netanyahu para que acepte la tregua temporal, que todos saben que no durará más de unas semanas (como se explicó la semana pasada en "La tregua en Gaza y los dilemas a los que se enfrentan Netanyahu y Hamás", 4/6/2024), y que ponga fin a su dependencia de los "neonazis" de su gobierno para aceptar la oferta de sus oponentes Gantz y Lapid de formar un gobierno de unidad nacional que incluya al Likud, a los dos principales partidos de la oposición y a otros grupos sionistas menos extremistas que los de Ben-Gvir y Smotrich. Ocurra esto o no, Biden necesita parecer un halcón que se convirtió en paloma, para mitigar las protestas contra él que se espera que perturben la Convención Nacional Demócrata del próximo agosto (19 al 22) en Chicago, que es cuando el Partido Demócrata adopta oficialmente a sus candidatos a presidente y vicepresidente.
Este es el secreto de la metamorfosis de Biden de socio clave en la guerra genocida sionista a defensor de la paz. Si bien esta mutación es un tributo a la importancia del movimiento de protesta contra la guerra en Estados Unidos, no podemos ignorar su naturaleza oportunista e hipócrita y el hecho de que Biden, Gantz y su entorno difieren con Netanyahu sobre cómo liquidar la causa palestina después de haber perpetrado conjuntamente la "Segunda Nakba", y no sobre el propósito de la liquidación en sí.
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Gilbert Achcar es profesor de Estudios de Desarrollo y Relaciones Internacionales en SOAS, Universidad de Londres. Entre sus libros se encuentran: El choque de barbaries: la creación del nuevo desorden mundial; Dangerous Power: The Middle East and U.S. Foreign Policy, con Noam Chomsky; Los árabes y el Holocausto: la guerra árabe-israelí de narrativas; El pueblo quiere: una exploración radical de la insurrección árabe; y La nueva Guerra Fría: Estados Unidos, Rusia y China, de Kosovo a Ucrania.
Traducido por César Ayala de la versión inglesa publicada en How Biden Mutated into a Dove | Gilbert Achcar / جلبير الأشقر (gilbert-achcar.net)
El original árabe fue publicado en Al-Quds al-Arabi el 11 de junio de 2024. Siéntase en libertad de republicar o publicar en otros idiomas, con mención de la fuente.
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