Por Liz Hee
Traducción de Natalia Santos Orozco
El Mes Nacional de Concienciación sobre la Adopción, también conocido como NAAM por sus siglas en inglés, es un mes en el que los adoptantes, las agencias y los servicios de protección de menores promueven la adopción como un acto de amor. En el primer día del NAAM 2022, personas adoptadas iniciaron el mes introduciendo el hashtag #AdoptionIsTraumaAND (#AdopciónEsTraumaY) en las redes sociales alrededor del mundo.
Se trataba de una campaña "por nosotros, para nosotros" con el objetivo de "establecer comunicación, sobre diferentes formas de pensar sobre la adopción y otros sistemas de separación familiar, y conectarlos a través de otras luchas de liberación".
La campaña surgió de una comunidad cada vez mayor de personas autoidentificadas como abolicionistas adoptadas y de acogida que comparten un análisis de la violencia de los sistemas de regulación y vigilancia familiar. Aunque las personas adoptadas y acogidas (también autoidentificadas como "antiguas jóvenes adoptadas") han defendido que la adopción y el sistema de acogida se reconozcan como un trauma, esta campaña pretendía llevar las conversaciones y la organización de la comunidad más allá de las experiencias individuales.
Durante el mes, la campaña #AdoptionIsTraumaAND identificó la adopción como violencia, colonialismo, capitalismo racial, mercantilización, capacitismo, cis-heteropatriarcado, vigilancia y genocidio. Estas implicaciones indican un creciente análisis de la adopción que tiene el potencial de cambiar hacia un análisis más amplio de los sistemas de explotación y opresión.
El marco socialista del internacionalismo desde abajo ofrece un punto de partida útil desde el cual podría desarrollarse dicho análisis. Sin embargo, el propio socialismo, como ideología y práctica política, carece de un enfoque crítico de la adopción. Este artículo busca demostrar por qué un enfoque crítico de la adopción es importante para un socialismo internacional desde abajo.
Un enfoque crítico de la adopción
Las narrativas dominantes, los principales medios de comunicación y los actores investidos siguen ensalzando la adopción como una forma de "creación de familia basada en el amor y no en la biología". Sin embargo, reducir la comprensión de la adopción a la práctica de criar a un/a/e infante no biológico ignora cómo la institución de la adopción es un sistema específico basado en la violencia, la desigualdad y la mercantilización de la niñez.
En contraste con la idea de que la adopción es una forma de parentesco expansivo que desafía las normas de la familia nuclear, su institucionalización es constitutiva de la construcción histórica y la privatización de la familia según se ha desarrollado en la sociedad de clases.
A principios del siglo XX en Estados Unidos y Europa Occidental, y aún hoy en todo el mundo, las denominadas reformas progresistas han propuesto la acogida y la adopción como solución al trabajo en régimen de servidumbre y a la institucionalización de la niñez.
Aunque tales reformas pretenden proporcionar a la niñez el cuidado amoroso de la "vida hogareña" (declarada el "producto más elevado y fino de la civilización" por la primera Conferencia de la Casa Blanca sobre la Infancia en 1909), más bien exponen las violentas contradicciones de crear una familia mediante la destrucción de otra, así como de actuar en el "mejor bienestar de la niñez" al tiempo que se defienden los derechos de propiedad de los niños.
En Estados Unidos, la historia moderna del sistema de acogida y adopción es inseparable de la opresión de las mujeres y personas gestantes, el genocidio de los pueblos indígenas y la eugenesia, la esclavitud y la destrucción de las familias negras, y la supremacía cristiana, el salvacionismo blanco y el imperialismo estadounidense.
Más allá de su contexto histórico y su desarrollo, la práctica actual de la adopción como institución es, en el mejor de los casos, cuestionable, desde lo transnacional y geopolítico hasta lo interpersonal e individual. Actualmente, el violento trauma de la adopción ha sido bien documentado por personas adoptadas e investigadores.
Además de las trágicas historias que aparecen en los titulares cuando una adopción "sale mal", como en casos de abuso y abandono secundario, las personas adoptadas e investigadoras han identificado temas comunes en torno a la identidad y el duelo, independientemente de que la persona adoptada haya tenido una experiencia "buena" o "mala".
Si bien la separación física y la pérdida del vínculo familiar constituyen una violencia traumática en sí mismas, se ven agravadas y prolongadas por prácticas como los expedientes sellados, los cambios de nombres y la eliminación de las personas progenitoras principales/biológicas del certificado de nacimiento. Las agendas geopolíticas y lucrativas de los Estados-nación y los agentes privados siguen operando en escalas de violencia y coacción en nombre de la creación de familias, cuyos resultados afectivos a menudo se internalizan inconscientemente en la persona adoptada.
La adopción, y por tanto la persona adoptada, es un sitio de violencia constante donde residen y expone muchos de los aspectos más devastadores del capitalismo global.
Por qué es importante
La falta de un análisis crítico de la adopción por parte del movimiento socialista ha dado lugar a que, en el mejor de los casos, se acepte por defecto de forma generalizada y que, en el peor, se promueva activamente. Por ejemplo, la declaración del Congreso Mundial de la Cuarta Internacional de 2003 "Sobre la liberación de lesbianas y gays" afirma que "[estamos] a favor del derecho de todas las personas a poder adoptar menores u obtener custodia".
A primera vista, se trata de una declaración en defensa de la igualdad de derechos para lesbianas y homosexuales. Tal postura debería ser indiscutible y no es mi intención cuestionarla en términos generales. Sin embargo, la invocación específica del derecho a adoptar requiere una investigación más profunda.
Aunque el socialismo ha descuidado la adopción como lugar de violencia y lucha, tiene una historia de impugnación de los derechos de propiedad de las personas progenitoras sobre sus menores. En línea con esta tradición, la declaración de la Cuarta Internacional de 1979 "La revolución socialista y la lucha por la liberación de la mujer" exige "la abolición de todas las leyes que conceden a los padres derechos de propiedad y control total sobre la niñez”.
Esta posición contra los derechos de propiedad parentales, sin embargo, está en contradicción con la declaración anterior que apoya el "derecho a adoptar", ya que la adopción en sí misma defiende y consagra aún más los derechos de propiedad de las personas progenitoras.
La adopción en sí es una manifestación de la posición contradictoria de la familia como lugar de amor y resistencia que debe protegerse, y como lugar de violencia que debe abolirse. Esta contradicción es evidente en todas las luchas contra los sistemas de vigilancia y regulación de la familia.
Por ejemplo, el Tribunal Supremo está revisando actualmente el caso Haaland vs. Brackeen, en el que los adoptantes Chad y Jennifer Bracken pretenden anular la Ley de Bienestar de Menores Indígenas (ICWA por sus siglas en inglés) bajo el argumento de discriminación racial contra su capacidad para adoptar a un niño navajo.
La ICWA es una ley federal de bienestar infantil que prioriza la colocación de menores, que se encuentran sujetos a procedimientos de bienestar infantil, al cuidado de la familia extendida o de las tribus y se fundamenta en el principio de la soberanía tribal. Limita de forma efectiva la jurisdicción del sistema de bienestar infantil al tiempo que no discute su existencia.
Al mismo tiempo, un número creciente de personas exigen la abolición del sistema de bienestar infantil en su conjunto y su destrucción selectiva de las familias y comunidades negras. Una de las principales demandas de este movimiento es poner fin a la extinción de la patria potestad, que se ha utilizado para cortar legalmente los lazos entre personas progenitoras negras y sus infantes, de modo que queden "disponibles" para ser adoptados.
De este modo, esta demanda resulta contradictoria al defender la patria potestad de los hijos al tiempo que se pretende abolir un sistema de vigilancia familiar. Similarmente, el movimiento para abolir el sistema de bienestar infantil presenta una contradicción en su postura de proteger la ICWA.
Los movimientos para proteger ICWA (Protect ICWA) y abolir CPS (Abolish CPS - Child Protective Services) son solo dos ejemplos de las formas en que la adopción constituye un sitio de lucha que requiere navegar por la contradicción que representa la familia como lugar de resistencia y la familia como lugar de opresión. Un enfoque crítico de la adopción expone estos lugares como puntos desde los cuales construir solidaridad entre las diversas luchas.
Esto se hace aún más evidente en las formas en que la adopción se utiliza constantemente para defender determinadas agendas políticas, como los ataques de los nacionalistas blancos contra el aborto y las afirmaciones de que existe un problema de "suministro interno de bebés"; el ataque del gobernador de Texas, Greg Abbot, contra las personas trans y su orden ejecutiva de denunciar a los servicios de bienestar infantil a los niños que accedan a la atención sanitaria de afirmación de género; y el traslado de niños de lugares en los que se han producido desastres climáticos y guerras a través de la adopción, como se ha visto en el caso de ciudadanos estadounidenses que adoptan niños haitianos y de rusos que adoptan bebés ucranianos.
La tradición socialista que aborda las contradicciones materiales a través del lente de la dialéctica está justamente posicionada para convocar a las personas adoptadas y de acogidas con el desarrollo de un enfoque crítico de la adopción, de forma que centralice la experiencia y el conocimiento para "extraer conclusiones adecuadas para la acción”.
A su vez, tal centralización y trabajo colaborativo es esencial para una comprensión más abarcadora de cómo los socialistas pueden abordar, tanto en la teoría como en la práctica, las contradicciones entre exigir el derecho a adoptar y exigir la abolición de las relaciones de propiedad sobre menores, y más ampliamente, la contradicción de la propia familia.
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